domingo, 2 de febrero de 2020

EL ÁNGEL EXTERMINADOR (el sida en la Iglesia) - Artículo publicado en Milenio -


Conforme avanzaba su enfermedad y la situación de su cuerpo empeoraba, el padre Tim, un clérigo estadounidense, sintió que su carrera como sacerdote se derrumbaba. Sabía que no podía mantener en secreto por más tiempo, el hecho de que era un sacerdote católico con sida. “Durante meses estuve destrozado por la culpa; sentía que era algo que un cura no debía contraer”, cuenta Tim. En el mundo clerical, el celibato es un mandato y la homosexualidad es vista como un pecado. “Al principio no sabía lo que iba a pasar en términos de aceptación por parte de la Iglesia”, comente Tim, que accedió a ser entrevistado con la condición de que su verdadero nombre no fuera usado. “La Iglesia ha sido intolerante con los curas que tienen sida. Un padre que conocí fue condenado al ostracismo por su orden y sujeto a crueles comentarios, así que tuvo que irse”.

El padre Tim no está solo; dice que ha conocido a otros 25 curas que han muerto de sida y participa en un grupo confidencial de soporte que incluye a otros 15 hombres del clero que tienen la enfermedad. “Están preocupados por la reacción de la jerarquía eclesiástica; están confundidos en relación con el estigma de la enfermedad y lo que ésta dice de su estilo de vida”, explica. “Siguen estando muy aprensivos e incluso están reacios a seguir algún tratamiento”.

Aunque es imposible tener datos exactos, se cree que cientos de curas han muerto de sida y de enfermedades relacionadas. Son incontables los que viven con el virus en secreto. En la primera conferencia de un obispo sobre “sida en el sacerdocio”, en 1988, los curas infectados estaban tan aterrorizados, que se taparon la cabeza con bolsas.

Desde que el sida apareció y fue descrito como una enfermedad de transmisión sexual que primordialmente afectaba a los homosexuales a principios de los 80, la respuesta de la Iglesia católica se ha caracterizado mostrar poco menos que compasión cristiana. Los curas que han contraído la enfermedad han sido desterrados a parroquias distantes o a dimitir. En una ocasión le rompieron las piernas a un arzobispo de Roma que murió a causa del VIH para aparentar que su muerte había sido un accidente. La inflexible posición papal en relación con el sexo ha bloqueado todo intento de confrontar al sida y sus consecuencias de una manera institucional. Cuando algunas diócesis solicitan exámenes de VIH para los aspirantes al seminario, se topan con la resistencia jerárquica católica. 

El reverendo John Loftus, director de Southdown, un centro de tratamientos para clérigos católicos, encendió la luz roja con respecto al sida hace diez años mediante un folleto titulado Clergy and Religious Expoused to AIDS. “Algunos homosexuales son tan homofóbicos, que no pueden verse a sí mismos como homosexuales, escribió.

“Los obispos no promueven el sexo seguro”, dice el padre Jim Gill, psiquiatra que maneja el Christian Institute for the Study of Human Sexuality. “Les es difícil admitir que a los seminaristas se les debe hablar sobre las precauciones que deben tener si se involucran en una relación sexual. Los obispos les dicen que es todo o nada: o te mantienes en celibato o no perteneces al sacerdocio.

Loftus asegura: “muchos dicen: . Pero ¿en realidad nuestros hermanos piensan que de alguna manera Dios los va a proteger? ¿creen que los votos religiosos son la vacuna contra la infección?”

Los sacerdotes no sólo están contagiándose de sida, lo están transmitiendo también. El padre John Keenan de la Trinity House, un centro de tratamientos que brinda ayuda a grupos de sacerdotes con sida, dice que un hombre con el que trabajó infectó a ocho curas. Otro clérigo le comentó que le había pasado el virus a 20. Pero no todos los que han contraído la enfermedad dentro de la Iglesia han sido clérigos. Una familia de Ohio demandó a la Iglesia Católica alegando que su hijo de 44 años, Joey Busam, contrajo sida después de haber sido violado en repetidas ocasiones por miembros de una orden religiosa. Busam, retrasado mental que tenía la mentalidad de un niño de seis años, murió en 1996.

Cuando Thomas Perea estaba en el noveno grado obtuvo una orden de la corte para abandonar a su abusiva familia. El reverendo Delbert Blong aceptó ser su guardián y, de acuerdo con Perea, iniciaron una relación que duró 20 años y que lo dejó infectado con el VIH. “Tenía relaciones sexuales con personas con los síntomas del sida, pero nunca usó protección: Después se daba la vuelta y tenía sexo conmigo”, recuerda Perea.

La nueva realidad de la existencia del sida entre los curas ha atraído los reflectores al sombrío mundo que crece de detrás de los vitrales de las catedrales. De hecho, muchos piensan que los homosexuales se han convertido en una fuerza poderosa dentro del sacerdocio. “El fenómeno comenzó a finales del siglo XX, cuando los seminaristas se hicieron abiertamente homosexuales”, dice Bruce Pasternack, abogado de Albuquerque, nuevo México, que se especializa en casos de abusos por parte de clérigos.

Un estudio reciente elaborado por A.W. Richard Sipe, profesor en la John Hopkins University, concluye que el 23 por ciento de todos los sacerdotes son homosexuales. El reporte se basa en entrevistas con mil curas y 500 personas que dijeron ser parejas sexuales de párrocos. “Cuando entras a un seminario parece que estás en un bar gay”, dice el ex jesuita Robert Goss, ahora director del Departamento de Estudios Religiosos en la Webster University de San Luis Missouri. Él dejó el sacerdocio después de 11 años, luego de enamorarse de un compañero. “Aprendí todas mis mañas en las habitaciones del seminario”, comenta Goss, quien piensa que en el ambiente de algunas comunidades religiosas como las jesuitas, dominicas y franciscanas, los homosexuales representan el 80 por ciento de la población. “Ahí fue donde crecí y alcancé la madurez sexual, auspiciado por otros hombres”, agrega. Pero ellos no comentan nada. El “no hables, no preguntes” fue inventado por los católicos.

Como Goss, Tood Geels descubrió que casi todos los estudiantes de su propio seminario eran homosexuales. “Delos 27 seminaristas que habíamos, 23 o 24 eran gays”, dice Geels, quien abandonó su vida célibe el año pasado para iniciar un liberal estilo de vida homosexual. “Los Jesuitas frecuentan bares gays y otros lugares en donde pueden obtener sexo anónimo”, asegura. “Pueden ser sexualmente activos sin ser sacados de la Iglesia; sólo tienen que ser discretos. La mayor parte del tiempo presentan una imagen casta, pero por las tardes salen a dar una vuelta en busca de sexo”.

Algunos investigadores creen que esa doble vida tiene muchos años de existir en el clero: mientras las relaciones sexuales con mujeres son inconcebibles, la conducta homosexual es totalmente tolerada. Esta absurda cultura institucional ha sido una de las razones por las que más de cien mil hombres han dejado el sacerdocio desde 1969. El 20 por ciento de ellos lo hizo para casarse.

“El celibato crea sacerdotes homosexuales”, dice John Shuster, el vicepresidente de Rent-a-Priest, un sitio en internet de curas católicos que se casan pero continúan con sus labores pastorales en espera de que llegue el día en que la Iglesia les permita el matrimonio a los sacerdotes. Shuster, quien dice que con frecuencia ha sido un objeto de deseo para los hombres de su comunidad religiosa, pasó 16 años en el seminario.
 La presencia de Gays activos en la Iglesia es algo ultrajante para Stephen Brady, el presidente de Roman Catholic Faithful, un grupo de “espías” conservadores que investiga el sexo ilícito en el clero. “LA actividad homosexual que impera entre los sacerdotes representa un fraude”, reclama Brady. “El celibato se sigue de acuerdo con los preceptos de Dios. Si alguien tiene prácticas homosexuales está cometiendo lo que en la Iglesia se llama una abominación, y eso termina siendo contradictorio. Nadie adquiere sida si sigue el celibato. Si quieres vivir una existencia salvaje, ¿por qué ingresas en un lugar en donde te verás forzado a tener una doble vida?”

Mientras algunos eclesiásticos disfrutan de su homosexualidad, otros están obligados a permanecer en “el closet”, porque saben que infectarse de VIH es un gran riesgo. Además de crear un clima represivo donde el sexo furtivo puede tener como consecuencia la infección, el sistema del celibato también puede atraer a los individuos que están buscando su propia identidad sexual. El instituto San Lucas, ubicado en Silver Spring, Washington, parece una casa de campo pero es un centro de tratamiento psiquiátrico para sacerdotes con problemas sexuales.

“Muchos de los curas que están aquí ingresaron al seminario porque buscaban  control en su sexualidad” , dice el padre Curtis Bryant, director de San Lucas. Durante los nueve años que ha pasado al frente del instituto, Bryant se ha topado con más de 350 sacerdotes que presentan desórdenes sexuales. Él cree que la presión que ejerce el celibato puede llegar a convertir a cualquiera en un pedófilo. “Saben que está prohibido tener relaciones con mujeres, así que comienzan a relacionarse con muchachitos que parecen mujeres o que lucen femeninos”, argumenta. Por su parte, Bruce Pasternack ha escuchado versiones similares de labios de algunos de los “santos criminales” de Nuevo México. “Los curas que parecen más rectos tienen sexo con jovencitos porque piensan:

Tom Econumus, presidente de un grupo que representa a sobrevivientes de abusos sexuales por parte de sacerdotes, estima que los juicios por estos ataques ha tenido un costo para la Iglesia católica de un billón de dólares desde 1985. “n nuestra base de datos tenemos más de tres mil 200 nombres de curas que han cometido abuso sexual. Es triste descubrir cuántos niños han sufrido por culpa de ellos”, asegura.

El celibato fue instituido en la Iglesia católica en 1139, vía decisión papal que intentaba consolidar el poder de la Iglesia, terminando así con la herencia atribuible a los descendientes de curas y arzobispos. Los padres, hasta antes de esa fecha, podían casarse; de hecho, 39 Papas tuvieron esposa. El celibato ha sido impuesto por 862 años y el Papa es la única autoridad que puede nulificar la regla.

El padre Deninis Rausch – quien tiene su iglesia en Florida – es uno de los pocos sacerdotes estadounidenses declarado abiertamente que es portador del VIH. Primero le dijo a su obispo y después a su comunidad entera. “Mucha gente se ha acercado para decirme: , asegura Rausch. “Esto crea una nueva comunicación en todos los niveles. La verdad te hace libre, como dice El Señor”.

Tomado de Hustler, una publicación inmoral que está
a punto de ser sacada del mercado mexicano por
atentar contra las buenas costumbres.
Traducción: Jo Alsina


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